APUNTES EN DEFENSA DE LA MINERÍA

1.           EL CONTROL DE EXTERNALIDADES

Hasta el siglo XX la factibilidad minera era un ejercicio técnico, económico y financiero privado de las empresas mineras, que debían satisfacer las exigencias de las organizaciones crediticias, por lo que estos estudios se conocen también por el nombre genérico de “Estudios Bancables”. El esfuerzo principal estaba en definir si el negocio era rentable.
 En el siglo XXI, se mantiene la necesidad de construir negocios rentables, pero además, es necesario dar respuestas racionales a cuestionamientos sociales y ambientales.
Todo nuestro actual modo de vida ha sido minado o cultivado en su origen. Posteriormente ha sido industrializado, transportado y comercializado hasta llegar al usuario final.
 Parece que no se conociera la directa interrelación existente entre mina y artefactos del mundo moderno. Sin minas no hay progreso tangible. Sin minas, debemos todos regresar a la edad de piedra.
 Es muy difícil concebir en la actualidad una sociedad que no aspire a tener electricidad, computadoras, televisión, vehículos, aviones, instrumentos musicales y los teléfonos celulares, cuya existencia se debe al ingenio creativo de algunas mentes inspiradas que supieron aprovechar las propiedades de algunos metales. La identidad “metales-minas-tabla periódica de los elementos” es ignorada por los que abrazan la percepción antiminera. Nunca expresan como se reemplazarán los metales, una vez que consigan su objetivo de cerrar las minas.
El único uso censurable de los metales es la fabricación de armas. Definitivamente, la humanidad estaría mucho mejor si es que todas las discrepancias se siguieran resolviendo—en ‘ultima instancia— a puño limpio, como en la edad de piedra. Y si tenemos que cerrar minas para asegurarnos que no se fabriquen más pistolas, ametralladoras y tanques, bien cerradas estarían.
 Como todas las cosas en la vida, toda actividad genera externalidades, o efectos secundarios no deseados. Por ejemplo, la delincuencia viene a ser una externalidad de la voluble naturaleza humana. Vidas dedicadas a hacer el mal. No por eso, vamos a asumir que la vida es mala.  Habrá que combatir la delincuencia para reducirla y controlarla. Pero, a juzgar por los resultados históricos,  todo indica que vamos a tener que convivir con ella indefinidamente.
 Por esa razón, debemos tener estrategias para controlar las externalidades que se generan en toda actividad humana. En la minería, es imprescindible cambiar de rumbo e introducir elementos de control que nos permitan desarrollar minas—grandes, medianas y pequeñas—crecientemente amigables con el entorno social y ambiental.
En algunos casos, será suficiente emplear la tutoría y la persuasión. En otros habrá que colocar penalidades. Y para los que no quieren “entrar al redil”, habrá que cerrarles el camino.
Toda actividad puede hacerse bien, regular o mal. En pequeño o en grande. Pero ambos niveles deben coexistir.  Ambos son útiles. Hay que ayudar al pequeño, para que crezca. Así como tenemos políticas para infantes, niños, adolescentes,  adultos y abuelos, así debemos diferenciar las estrategias de desarrollo minero. Cada uno tiene requerimientos distintos para sobrevivir.
Es fundamental que la Gran Minería cumpla su rol de generador de riqueza plena, para que pueda pagar impuestos al Estado, que a su vez le permitan a este, cumplir con su rol de generar bienestar. La Mediana Minería debe cumplir su papel catalizador de empresas nativas y la Pequeña Minería debe servir para impulsar nuevos yacimientos potencialmente grandes.
Si en el camino, alguien se desvía, habrá que perdonar y corregir para recuperarlos, reservando las penas severas para los recalcitrantes.
Eso es lo que hace todo padre de familia. Eso es lo que debe hacer el Estado con su familia, que es la Nación.
Se podrán proponer modificaciones que se ajusten a las nuevas demandas ambientales y sociales, pero frenar o cancelar minas es ir contra la corriente del desarrollo humano orientado siempre—desde las épocas de recolectores y cazadores—a generar creciente bienestar universal.
Considerando que es misión del Estado promover la armonía entre la naturaleza y las personas, para que puedan vivir, y trabajar en paz; se puede inferir que la Gran Minería debe defenderse y controlarse para que supere sus errores del pasado; la Mediana Minería debe promoverse y catalizarse para consolidar las instituciones económicas nativas; y la Pequeña Minería sea protegida e inclusive subvencionada para que pueda sobrevivir y ayudar a mejorar la grosera tasa de desempleo nacional.

2.           LA CONTAMINACIÓN AMBIENTAL

Si algo frena el ideal de reducir la pobreza, es la obstinación humana.
Somos campeones en abrazar ciertas ideas o conceptos,  y antojarnos que todo aquel que piensa diferente es un energúmeno que debemos combatir.
Nos olvidamos que una de las principales características de los ciudadanos razonables es la de ser un relacionista público encantador.
Asimismo nos olvidamos que el progreso es función de la tecnología que somos capaces de asimilar, de la originalidad que somos capaces de desplegar, y de la capacidad de acción en conjunto que somos capaces de evidenciar.
La preocupación por la ecología nace oficialmente en 1987 con el informe “Nuestro Futuro Común” presentado a las Naciones Unidas por la “Comisión Mundial para el Desarrollo y el Cuidado Ambiental” presidida por Gro Bruntdland. En dicho informe se expresa con toda claridad que la economía y la ecología deben estar completamente integradas en los procesos de toma de decisiones y en los procesos de emisión de normas que protejan y promuevan, a la vez, la generación de riqueza y el cuidado ambiental. La economía no puede verse solamente como la producción de riqueza y la ecología no es solamente la protección de la naturaleza. Ambas ciencias son igualmente importantes en los esfuerzos por mejorar el bienestar de la humanidad.
Ese es el reto.
Esa fue una crítica puntual a las actividades extractivas que ignoraban el ambiente. Por eso es que la minería del siglo XXI tiene que ser diferente a la que se realizaba hasta el Informe Bruntdland. Es menester que los mineros cambien su actitud calculadora por una actitud pastoril.  Por eso, los mineros conscientes tienen la obligación de abrazar la doctrina del buen vecino  Esto está claro.
Sin embargo, existe en la actualidad movimientos ecologistas que han llevado la crítica Brundtland al extremo. Consideran que la generación de riqueza es refractaria al cuidado ambiental y por eso tienen ahora la consigna de impedir todo proyecto económico que afecte la naturaleza.
Se olvidan que el bienestar también se logra modificando la naturaleza con tecnología innovadora  para satisfacer las necesidades de progreso urbano y rural.
Un ejemplo es el acceso vital al agua, que es un recurso que abunda en la naturaleza. Sin embargo, su distribución natural no guarda relación con los crecientes requerimientos poblacionales. Hay lugares donde la gente se muere de sed. No existe otro camino racional que recurrir a las obras de ingeniería hidráulica para llevar el agua de los lugares donde sobra, a los lugares donde falta. Los acueductos históricos tienen que seguir construyéndose, pero esta vez con las maravillas que el concreto es capaz de crear.
Otro ejemplo son las obras viales. El comercio mueve al mundo. El tradicional trueque a nivel local ya fue superado por el comercio local e internacional que depende de las redes viales de transporte rápido de personas y materiales. El canal de Panamá y el canal de Suez son dos ejemplos de cambios violentos en la naturaleza para lograr innegables prebendas económicas a nivel local e internacional.
Las actuales obras de modificación urbana que se llevan a cabo en Londres, Sydney, Roma, y otras ciudades proactivas del mundo, para mejorar las redes de agua, alcantarillado y transporte masivo de personas (Metros), son un ejemplo de lo que las obras de ingeniería subterránea pueden hacer, y representan un notorio contraste a la visión que ha permitido la prejuiciada normatividad de las “‘áreas protegidas”, que tanta popularidad han adquirido en tiempos recientes en las mentes que abordan con visión parcializada  un problema que tiene dimensión plural y discordante.
Es digno de mención el ejemplo de los trabajos subterráneos que se realizan en Roma, en la que los ingenieros civiles y de minas trabajan “codo a codo” con los arqueólogos y paleontólogos que se encargan de preservar el exquisito legado histórico que poseen.
Impedir el desarrollo de proyectos económicos con el argumento de proteger la naturaleza es un error. El camino trazado por el Informe Brundtland—que es la Biblia del Desarrollo Sostenible—es revisar los proyectos para introducir los cambios que ejerzan menor presión sobre el entorno natural y social. Para eso, es menester cambiar los enfoques y tal vez las actuales estructuras, para lograr organizaciones que permitan visualizar con independencia, objetividad y equidad las características disonantes que se presentan en un problema que requiere una solución integral y no parcial.

3. LA BASURA Y EL CUIDADO AMBIENTAL

Si tenemos en cuenta que el tratamiento de basura doméstica e industrial es un indicador de desarrollo ambiental, veremos que en nuestras latitudes recién estamos despertando. En los últimos años se ha programado una serie de proyectos de tratamientos de aguas “servidas” en México, Asunción, y Lima, donde las coberturas son mínimas.
La Planta de tratamiento de aguas negras de Taboada en Lima, recién comenzará sus operaciones en el presente año 2013 y reducirá la tradicional contaminación de las playas limeñas en un 60%. Esta polución es similar o peor que la producida por la minería, pero no ha merecido los titulares que esta última ha recibido.
Los países latinoamericanos en desarrollo, deben preocuparse por el cuidado ambiental, pero el precio a pagar por ello no puede ser su estancamiento en la creación de riqueza, la misma que es fundamental para combatir la pobreza, que resulta ser, al final de cuentas, la más grande de las batallas.
La actividad minera se ha visto afectada alrededor de estas consideraciones, de tal manera que ahora se corre el riesgo de ceder a veleidosas posiciones de represalia que bajo el aparente discurso protector del ambiente se orientan a paralizar—deliberadamente o no—el progreso económico.
Sin una economía sólida, son inútiles las políticas más avanzadas de bienestar social y cuidado ambiental.

4.           LAS EXTERNALIDADES POSITIVAS

Las minas no solamente son útiles por los metales que producen y que todos necesitamos, sino que además la necesidad de hacerlas más eficientes y seguras, genera descubrimientos que son luego utilizados en otros campos de la actividad humana, lucrativa o no.
El bombeo de agua para poder profundizar las minas, los ferrocarriles para transportar minerales, las baterías para iluminar galerías, las geomembranas impermeables para evitar la filtración de ácidos, y la maquinaria pesada de movimiento de tierras para explotar minas de baja ley; son algunos de los conocimientos de ingeniería que han sido originalmente motivados y desarrollados para solucionar problemas mineros.

5.           CONFRONTANDO EL RIESGO

Existe finalmente una contribución minera poco difundida en el desarrollo de las sociedades. Se trata del minero mismo, quien a través de su esforzado trabajo diario desarrolla la capacidad de ponderar la magnitud de riesgo que es capaz de asumir.
En este menester de asumir riesgos para progresar, existen dos extremos.  En uno se encuentran los que se pasan la vida a la defensiva, alejándose permanentemente de todo aquello que signifique riesgo para su salud, su integridad o su bienestar. Esta gente nunca será capaz de arrancarle una tonelada de mineral al subsuelo. En el otro extremo, tenemos aquellos que tienen vocación de héroes, asumiendo muchas veces riesgos torpes e innecesarios. Estas personas son candidatas fijas a los “trabajos adecuados” que son característicos en la minería para los que se accidentan. Tampoco se puede poner en manos de estos individuos, el futuro minero, porque la salud es un ingrediente básico de progreso. 
La actividad minera tiene una regla básica, no escrita, que establece que es importante contar con trabajadores que desarrollen la capacidad de trazar con claridad esa línea invisible que separa el riesgo confiable en el cumplimiento de la tarea asignada, con el riesgo irracional generador de accidentes.
Esa capacidad es genética, o se desarrolla por “tanteos” y depende de la voluntad de cada trabajador—intelectual o manual—de  aceptar una determinada magnitud de riesgo en el cumplimiento de la tarea asignada.  Y en eso no cuenta ni la lealtad a la empresa, ni la responsabilidad productiva, ni mucho menos la condición de formal o informal.
Esa cualidad es fundamental para desarrollar minas.
También lo es para construir líderes  y sociedades deseosas de lograr mejores niveles de vida.

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