El Cuidado Ambiental Desde el Punto de Vista Minero

La humanidad ha llegado a su desarrollo actual mediante las actividades productivas de creciente eficiencia propulsadas por el permanente anhelo de ser y tener cada día más. Cual símil olímpico, la humanidad ha estado en una permanente carrera de eficiencia económica mejorando su tecnología, su capacitación y su organización. 

La gran demanda de energía requerida en las naciones con altos niveles de consumo como Estados Unidos y Europa es cubierta por fuentes térmicas de carbón, lo que causó justificado desasosiego por la alta generación de gases contaminantes de carbono, dándose origen al nacimiento de nobles instituciones orientadas a contener este impacto negativo en los recursos ecológicos del planeta. 

La humanidad pasó entonces de un desarrollo histórico antropocéntrico a una visión geocéntrica, sin tener en cuenta que existe una gran diferencia entre países altamente industrializados y los que no lo son. Lo que es válido para EEUU no necesariamente es válido en países como Uganda o el Perú. 

Entre reducir la pobreza un punto o proteger la flora y la fauna, ciertamente que no deberíamos tener duda sobre lo que tiene mayor valor, a pesar de reconocer la gran importancia que conlleva proteger a largo plazo el ecosistema.

Por otro lado, desde el punto de vista minero, se reconoce que es preciso pasar de un modelo de actividad en que prevaleció la eficiencia económica a un modelo en el que debe privilegiarse la sostenibilidad.

Propugnamos que cada mina que se ponga en producción sea un polo de desarrollo. Esto es, que la distribución de la riqueza generada sea distribuida equitativamente cuidando el ambiente y velando por incluir a los pobladores del entorno entre los beneficiarios. 

Por otro lado, es necesario tener en cuenta que en el Perú existen yacimientos de gran volumen y baja ley especiales para las grandes multinacionales, y yacimientos de alta ley y poco volumen destinadas para la pequeña minería. La gran contribución de la gran minería es económica, y la gran contribución de la pequeña minería es laboral. Ambas tienen que ser prioritariamente apoyadas.  

En el modelo socio-económico vigente, el éxito del negocio minero depende exclusivamente del sector privado y el estado solamente participa en el desarrollo del proyecto porque se asume que el privado puede afectar—intencionalmente o sin intención—a terceros que no tienen participación directa en el negocio. Esto es, el control de las externalidades del negocio. 

Con el discutido criterio que no es posible realizar acciones de promoción y control al mismo tiempo, se transfirieron las actividades de control fuera de la jurisdicción del Ministerio de Minas (Minem), pasándolas al Ministerio del Ambiente (Minam), encontrándonos ahora bajo la percepción que dos funciones que deben ir desarrollándose paralelamente—promoción y control—según las condiciones del sujeto que las lleva a cabo, llámese gran o pequeño minero, no guardan coordinación alguna. Por esta razón, somos de la idea de crear una sola institución responsable del desarrollo minero sostenible que una las acciones de promocionar, titular, dar permisos y fiscalizar, ya que son interdependientes. Se superaría de esta forma la percepción generalizada de los mineros que el Minam da permisos y fiscaliza sin tener mayor consideración por las necesidades de carácter macroeconómico nacional. Como lo han hecho los pueblos “desarrollados” del planeta, una vez alcanzada la meta de eliminar la extrema pobreza, iremos incrementando las medidas de protección ambiental. Sin una visión económica, los proyectos sociales y ambientales son irrealizables.

Desde el punto de vista minero, los EIA deberían circunscribirse a demostrar la naturaleza de los productos contaminantes que el proceso genera, para lo cual bastaría con exigir un detallado diagrama de flujo balanceado que sirva para identificar el continuo destino—para cada etapa del proceso—del producto comercializable y de la basura generada, para luego determinar las características de las plantas de tratamiento de residuos sólidos, líquidos y gaseosos, que garanticen que los niveles de los efluentes finales se encuentren por debajo de los LMP 

Esto quiere decir que la gestión tecnológica del proyecto es de entera responsabilidad privada, por lo que los funcionarios públicos harían bien en marcar la diferencia de sus acciones de control.

Todo lo relacionado a las solicitudes de permisos referidas al impacto en el ecosistema debería ser desarrollado a nivel de perfil con formatos predeterminados, con cargos a ser desarrollados crecientemente durante la operación, con el compromiso de ir tomando paralelamente las medidas correctivas pertinentes. Siendo de interés público la determinación de las líneas de base ambientales, las instituciones públicas pueden incorporar esta investigación a sus responsabilidades. En el momento actual, se considera un alarde barato de cuidado de la biodiversidad, la descripción, de parte, del impacto en la biodiversidad local, considerando inclusive a los insectos de la zona. 

Las solicitudes de permisos deberían permitir luego a expertos fiscalizadores realizar su tarea de identificar condiciones y actos inseguros, a la par del muestreo necesarios de los efluentes finales. Eso es todo lo que se le pide a los funcionarios públicos, pues si ingresan a cuestionar y aprobar el aspecto técnico, automáticamente se involucran en las responsabilidades de diseño y construcción que debería ser de exclusiva vinculación privada.

Si el Estado y la sociedad lo avalan, las instituciones técnicas de profesionales—CIP, CAP, Universidades, etc—que representan a la sociedad organizada, están comprometidas a participar activamente en el desarrollo minero sostenible del país con lo que saben hacer: tecnología, capacitación y organización.

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