LAS MINAS COMO POLOS DE DESARROLLO

Desde el punto de vista económico, podemos entender la vida como una continua aventura de acumulación de capital, en la que unos son capaces de acumular mayor capital que otros.
Comenzando con el capital humano que está representado por personas sanas y talentosas, capaces de dominar su medio (territorio), tenemos la etapa de la Edad de Piedra en la que a base de cazar, pescar y recolectar se pudo sobrevivir. Más adelante, los humanos se dieron cuenta que formando tribus (capital social) podían vivir mejor aprovechando los recursos naturales (Capital  natural) como piedras, forrajes, frutas naturales, domesticando animales y fueron acumulando bienes que les permitieron “progresar”. Adicionalmente, existieron tribus con mayor capital humano (liderazgo, visión de futuro, emprendimiento, audacia para correr riesgos, etc.) que fueron “construyendo” capital artificial, es decir, mejores facilidades para sobrevivir como refugios, embarcaciones, caminos, e inventando el trueque para intercambiar recursos con otros grupos. Finalmente, hubo los que superando sus necesidades básicas de alimentación, refugio, y vestido fueron conscientes de que el orden, la limpieza, el acicalamiento y el atavío procuraban un mejor cuidado del capital adquirido, permitiendo la acumulación de capital ambiental.
Este ciclo positivo se ha ido repitiendo a lo largo de la historia, pero lo lamentable es que no ha sido homogéneo a lo largo y ancho del planeta, existiendo en la actualidad grupos humanos que se encuentran en diversos grados de “acumulación de capital”, lo que ha devenido en la gran separación de grupos desarrollados y grupos subdesarrollados. Para empeorar las cosas, los grupos desarrollados cedieron al siempre presente instinto negativo—satanás—de la arbitrariedad, la injusticia y el abuso, colonizando y esclavizando a sus pares subdesarrollados y estableciendo en la historia de la humanidad las guerras que hasta ahora nos amenazan. 
Todavía la humanidad no ha sido capaz de excluir la ley de la selva de sus preceptos de convivencia, por lo que las guerras—mundiales, entre países, civiles, entre amigos y aun entre familias—y sus aberraciones, nos intimidan día a día, desbaratando todo lo avanzado en materia de acumulación de capital.
La democracia y los derechos humanos que deberían ser los mejores caminos para acortar las diferencias—culturales, económicas, y sociales—que nos separan, se ven restringidas por los enfrentamientos entre los que, por un lado, creen que deben seguir dominando a otros grupos humanos, y los que creen que “las cuentas todavía no están saldadas” y aspiran a eliminar—a cualquier precio—las inequidades que les permita acceder a una creciente acumulación de capital. 
Este es el primer aspecto de la ruta a seguir: ponernos de acuerdo en los axiomas que deben trazar el camino futuro. 
Si aceptamos la convivencia de patrones y siervos, seguiremos guerreando indefinidamente y mientras el más fuerte se imponga, tendremos paz temporal, como hasta ahora. 
Si aceptamos que debemos limar diferencias y trabajar por la igualdad de derechos y deberes, entonces se impondrá el desarrollo sostenible, es decir, aquel en que se logre el equilibrio de niveles económicos, culturales y sociales. Una sociedad igualitaria como meta. 
Los que aspiramos a seguir el camino igualitario, proponemos entonces, que se adopte el camino de que cada mina genere un polo de desarrollo a su alrededor, para lo cual se necesita un vigoroso liderazgo, que puede venir de parte del Estado o de la empresa privada. El complemento indispensable de este procedimiento es que las comunidades superen y renuncien a todo sentimiento de animadversión y resentimiento y coadyuven al esfuerzo integrador. El mejor camino para lograr este objetivo, es una cruzada de capacitación a nivel nacional, ya que razón no les falta. 

En conclusión, proponemos 

1. Siendo obligación del Estado proporcionar la infraestructura requerida por los grupos humanos que pueblan nuestro territorio, se tendrá en cuenta el interés privado de desarrollar una mina para convertirla en un polo de desarrollo de infraestructura local y regional. 

2. Con esta finalidad, se establecerán los grupos de trabajo mixtos responsables del desarrollo de diagramas de flujo debidamente balanceados para el abastecimiento de agua, alcantarillado, planta de tratamiento de efluentes, vías de comunicación, y complejo habitacional, en forma concurrente al desarrollo minero que es de competencia privada. 

3.  Para ello, el Estado y la empresa negociarán las condiciones financieras—montos de inversión, cobertura de gastos de operación, prestamos, obligaciones tributarias adelantadas o diferidas, tasas de descuento—que beneficien a ambas partes. 

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