MEJORANDO LA RESPONSABILIDAD SOCIAL Y AMBIENTAL DEL SECTOR PÚBLICO MINERO


El sector minero peruano tiene problemas que son típicos de un capitalismo incipiente que necesita ajustes estructurales para mantener su vigencia y seguir sirviendo de base para asegurar el desarrollo económico de la sociedad peruana.

El sector ha respondido muy bien a las medidas promocionales del gobierno emitidas en los 90’s, logrando excelentes resultados de crecimiento de la producción minera, lo que ha contribuido a un sostenido incremento del PBI (∆PBI), con una inflación moderada, pero lamentablemente con altas tasas de desempleo, lo cual constituye una de las principales causas que desata los conflictos sociales que jaquean a los gobiernos.

Estos conflictos humanos dificultan la aplicación de los planes de crecimiento económico y distraen los recursos del Estado, que se esfuerza por atenuar los síntomas con medidas que lamentablemente solo tienen efecto en el corto plazo, ya que las causas del problema no han sido debidamente comprendidas y encaradas.

Haciendo la similitud con las ciencias médicas, la economía también tiene síntomas y causas. Es correcto atenuar los síntomas del paciente, para que pueda superar la crisis, pero además es imprescindible identificar y comprender las causas, para encontrar las medicinas apropiadas que le devuelvan al paciente el goce de la salud plena.

Asumiendo que todos los actores son honestos y bien intencionados, hay que buscar las causas en las características inherentes del sistema capitalista que hemos adoptado. Este es un sistema que ha sido el más exitoso para generar riqueza y desarrollo económico.

Cuba, Rusia, India y China, que fueron sus más activos contendores están ahora introduciendo reformas de tendencia capitalista, para poder avanzar en el arduo problema de reducir la pobreza.

Sabido es que existe un capitalismo ideal y uno real. El real contiene imperfecciones que deben identificarse y encararse. La “mano invisible del mercado” necesita ayuda—léase correcciones—para que sea capaz de lograr la eficiencia en la asignación de los recursos y  lograr la plena satisfacción de todos los participantes.

Es necesario saber que existen bienes públicos y bienes privados que se comportan diferentes; hay que tener actores bien informados para que no se produzcan abusos, hay que impedir los monopolios, y sobre todo hay que comprender y controlar las externalidades que irremediablemente genera el modelo. No existe capitalismo sin externalidades.

En el sistema socialista no existen las externalidades, porque su razón de ser no es el lucro, que es la motivación humana que permite en el sistema capitalista lograr los óptimos desempeños técnicos, innovadores,  económicos y financieros.

Las externalidades son al sistema capitalista, lo que el delito es al estado de derecho, y lo que los pecados son a las religiones. Es decir, algo inherente, que no se puede evitar, porque está inmerso en la naturaleza de las personas que son las que en última instancia deben hacer que el modelo funcione.  Por lo tanto, es menester aprender a convivir con ellas, reduciéndolas en todo lo que sea posible.

Lo más que se puede hacer, pedir y tal vez reclamar, es que se construya un sistema sustantivo para contrarrestar su progresión. Y eso es lo que hacen todas las religiones del planeta y los programas de lucha contra la delincuencia de todas las naciones. Es una lucha sin cuartel, en la que no se debe cejar. Pero también hay que tener plena conciencia que el triunfo absoluto es inalcanzable.

La aspiración humana por ser y tener cada día más, es la principal virtud del sistema capitalista, pero también es su principal debilidad, ya que sus flaquezas administrativas pueden hacer fracasar el sistema, al ser incapaz de modificar excesos de los participantes inescrupulosos, que irremediablemente existen.

Las externalidades en el sector minero tienen tres manifestaciones importantes:

*    Laxitud para seguir las reglas de seguridad e higiene.
*    Desatención por el cuidado ambiental
*    Indolencia por alcanzar una distribución ética y equitativa de la riqueza generada.

La mejor forma de controlarlas es confiar en un ente superior que monitoree variaciones y ponga orden en el sistema y reduzca sus debilidades. Las soluciones espontáneas de los actores principales son raras, pero pueden darse con el incremento de capital intangible—la educación—de la sociedad.

El capitalismo en el mundo ha avanzado con estas deficiencias, pero paulatinamente ha ido corrigiéndolas mediante cambios estructurales en el sector público orientados a reducir las externalidades.

Hasta el momento (año 2012), la civilización no ha encontrado mejor ente regulador que un Estado racional, puro,  experimentado, y adecuadamente organizado que actúe imparcialmente como árbitro, imponiendo reglas de respeto mutuo entre todos los participantes. 

Famosa es la agresiva intervención pública en la alicaída economía americana del año 1932 liderada por el Pdte Franklin Roosevelt, para contrarrestar los efectos de la Gran Depresión, con su programa denominado  “La Nueva Transacción”, The New  Deal, orientado a subsidiar las necesidades básicas del pueblo, priorizando el gasto público en programas dirigidos a aliviar la pobreza y acelerar la recuperación económica, devolviéndole a la sociedad americana la esperanza y la dignidad (capital intangible) que proporciona el empleo.

Otro ejemplo importante se da en la minería americana, calificada hoy en día como la mas segura del mundo, pero que tomó casi setenta años, desde 1910 en que se crea el Consejo de Minería—el famoso Bureau of Mines—hasta 1979, en que se consolida la “Administración de la Seguridad e Higiene Minera” o “Mine Safety and Health administration”, MSHA, para llegar al convencimiento que solamente una decidida acción pública puede llegar a superar una de las externalidades mas fuertes como es la seguridad y la higiene minera.

Actualmente MSHA tiene un promedio de un inspector cada cuatro minas, con cuatro visitas obligatorias inopinadas, con total independencia y autoridad para detener el trabajo que ellos consideren riesgoso.

Los accidentes considerados como una externalidad ineludible, continúan, pero ahora en una escala compatible con cualquier otra actividad industrial.

El desarrollo tiene así una expresión clara de integración de aumento del capital tangible (creciente actividad minera) con intangible (reducción de dramas familiares), condición que debe tenerse presente a la hora de seleccionar el gasto y la inversión pública.

Este es el rol integral del Estado (concesiones, permisos y fiscalización) que debe ser seguro, simple, expeditivo, público y transparente, para garantizar equidad a todos los que tienen legítimo interés en el procedimiento minero, tales como las empresas mineras, los propietarios del terreno superficial, el Estado, y sobre todo los que directa o indirectamente son afectados por las normales actividades mineras.

El Estado peruano tiene uno de los mejores sistemas de otorgamiento de concesiones del mundo, pero esto no le sirve de nada si el resto de gestiones no han desarrollado el mismo nivel de eficacia. El resultado es de disconformidad general con el sistema y con la actividad en su conjunto.

Cuando el sistema público minero de “Concesiones-Permisos-Fiscalización” funcione eficiente y coordinadamente los conflictos mineros serán sustantivamente reducidos a su mínima expresión, ya que entonces la sociedad aceptará entusiastamente a los exploradores que no dejarán “ni una piedra sin remover” y a los mineros—grandes, medianos y pequeños—que seguirán siendo la locomotora del desarrollo económico nacional.

El remedio que se propone es hacer una reingeniería integral de la organización pública minera para focalizar los recursos públicos en aumentar la eficacia de los sistemas de autorizaciones y permisos; y en el de fiscalización técnica minera, de tal forma de generar riqueza justa y equitativa, no solamente para los empresarios, sino también para los habitantes del entorno minero y el ambiente natural.

Pero este rol no es policial, ni coercitivo, sino un rol patriarcal de disciplina y tutelaje en la adopción de estándares de trabajo y transferencia de conocimientos sobre la naturaleza del planeta tierra, sus recursos, y su interrelación con la civilización humana.

Es muy posible que haya casos en que se tenga que aplicar el sistema de “la letra con sangre entra” que fuera vigente toda una época en la educación pública, pero ese es un asunto de estilo, mas que de modelo.

Comentarios

  1. Me gusto mucho este ensayo. Aprendi mucho. Ojala se logren Estes metas esenciales en el sector peruano minero. Beatriz

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