Entendiendo el Espíritu Minero

Me han pedido que hable sobre la riqueza minera del Perú, pues bien,…… temo decepcionarlos, pero la verdad es que la riqueza natural minera del Perú es cero.

Y seguirá siendo cero, mientras los minerales continúen enterrados en el subsuelo de nuestro territorio.

Un gramo de oro tiene valor, solamente después que se ha encontrado, minado, tratado y comercializado, es decir, fuera de su enclaustramiento milenario en el subsuelo.

Por lo tanto, nuestra presumida riqueza minera peruana continuará siendo vana, mientras no haya peruanos que se animen a recoger “el guante” que representa la conquista de nuestro agreste, pero excitante territorio,

Mientras no haya peruanos dispuestos a pasar mil y un sacrificios que es el precio que se tiene que pagar para buscar, encontrar y poner en operación una mina.

Mientras no haya peruanos que entiendan que todo el conocimiento que puedan adquirir en las Universidades no sirve de mucho, sin la curiosidad, sin el deseo de saber, sin la emoción de admirar y maravillarse.

Mientras no haya empresarios—grandes, medianos o pequeños—que estén dispuestos a “perder hasta la camisa”, por realizar su sueño de tener la mina propia. Como esta clase de seres es muy escasa, es imprescindible protegerlos y estimularlos para que perseveren en sus anhelos.

Mientras exista líderes que no entiendan que la ciencia y la tecnología son capaces de lograr el milagro de compatibilizar mina con cuidado ambiental.

Mientras haya funcionarios que no comprendan que el desarrollo, entendido como alcanzar mejores niveles de calidad de vida, implica propiciar las transacciones negociadas entre el capital natural, humano, social, artificial y aún el capital ambiental de la nación peruana. Es decir, que los beneficios que se puedan ganar en uno de ellos, permitan compensar debidamente a los perdedores (Pareto).

Mientras haya autoridades que crean cándidamente que no debe haber minería en “cabeceras de cuenca”.

La mina Casapalca que es una de las mejores y más antiguas minas subterráneas del Perú, se encuentra en la cabecera de cuenca del río Rímac que alimenta de agua a la ciudad de Lima. Y esto, que yo sepa, no le quita el sueño a ningún limeño.

Mientras haya gente que crea ingenuamente que “el agua—que es el principal mineral de la naturaleza—se va a acabar”.

Todo el universo está compuesto de 70% de agua y 30% de tierra continental. El ciclo infinito del flujo del agua comienza con la evaporación del agua de los océanos, y solamente se evapora el agua pura—oh maravilla—sin ningún contaminante, o sea que, por los siglos de los siglos, Dios ha sido tan generoso que se ha ocupado de asegurarse que nunca nos falte agua limpia. Lo que pasa es que, en el camino desde el cielo hasta la tierra, el agua se va contaminando con los elementos indeseables que contiene nuestra atmósfera.

También es cierto, que todavía hay mucho trabajo por hacer para asegurarnos que los siete billones de habitantes del planeta tengan acceso al agua limpia, pero ese es un problema de crear las condiciones que permitan las inversiones en proyectos de ingeniería hidráulica, que es aquella que se encarga de llevar agua de los lugares donde sobra a los lugares donde falta.

No olvidemos, tampoco, que los peruanos tenemos adicionalmente un fabuloso recipiente de agua dulce enclavado a cuatro mil metros de altura que puede satisfacer indefinidamente—porque tiene una capacidad ilimitada de recarga cíclica—las necesidades de los 30 millones de peruanos con solamente colocar “una manguera” (con perdón del eufemismo) desde el LagoTiticaca para que baje, por gravedad, hasta la misma Costa, que se muere de sed.

Deberíamos tener presente que así como el salitre, que en su momento no supimos aprovecharlo, existen otras mentes que apremiados por las circunstancias, pueden adelantarse a nuestros sueños.

En resumen, el problema no es que el agua se va a acabar, el problema, nuevamente, está en las mentes de algunos peruanos que han perdido la capacidad infantil de soñar y colocan imaginarios techos a sus mentes.

Si seguimos aceptando que los mitos y supersticiones nos impidan realizar nuestros sueños de lograr que ningún peruano se muera de hambre, no avanzaremos.

Tenemos que convencer a todos los peruanos, especialmente a los puneños y los cajamarquinos, que la ciencia y la tecnología nos pueden ayudar, a conquistar nuestro territorio para beneficio de todos.

En el análisis final, los minerales se encuentran, primero que nada, en la mente de los hombres,

Cuando el hombre piense que ya no hay minerales que encontrar, ese día se acabarán los minerales.

Pero mientras haya exploradores y mineros que acaricien sueños de nuevos yacimientos, a quienes se les permita la suficiente libertad para realizar su búsqueda, siempre seguiremos encontrando nuevos yacimientos.

En resumen, para encontrar yacimientos mineros, no basta la tecnología geológica, minera y metalúrgica. Es imprescindible tener espíritu y sueños de minero, que en el análisis final responde a ese sentimiento de curiosidad que es tan vehemente en el niño, pero que lamentablemente se va extinguiendo con la madurez.

Ser minero es una vocación, tan igual como ser sacerdote, futbolista, actor, médico, o profesor. En cada una de estas vocaciones humanas se puede llegar a tener éxito, o no, pero la vida solamente tendrá sentido realizando la actividad escogida.

Por eso, tenemos que proteger y apoyar a todas las organizaciones como la que hoy nos convoca, para seguir alimentando el instinto de la curiosidad, la emoción de admirar, de maravillarse con lo nuevo y lo desconocido, y templar el carácter que se requiere para la vida rural al aire libre, que constituyen la base de los esfuerzos intelectuales dirigidos a entender y explicar mucho de lo que vemos y, lo que es mas importante, de lo que no vemos.

Sin la curiosidad, sin el deseo de saber, sin la emoción de maravillarse no existiría la ciencia, ni la filosofía, que impulsan a la humanidad a conquistar el bien y vencer a sus principales enemigos que son la ignorancia, las enfermedades, la delincuencia y la pobreza.

Esta sabia decisión del Ing. Guido del Castillo, de impulsar este Club de Exploradores nos sirve--en estos momentos que experimentamos una fuerte incomprensión social por las ciencias de la tierra—para que los jóvenes peruanos puedan contribuir al progreso de la ciencia, el arte y las letras, y alejarlos de ciertas tendencias venales que los conducen a aplicar todo su saber en perjuicio de sus semejantes.

Espero que este club crezca a nivel nacional para que la juventud de todas las regiones sea la semilla de una verdadera e inconmensurable riqueza minera peruana.


*Discurso pronunciado en el Museo Mineralógico.

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